Mi historia

Estoy aquí para ser tu Personal Trainer de las Emociones

“Aprende a transformar tus emociones negativas, en tus aliadas para liberar tu potencial. Aquí las emociones son bienvenidas.”

Gastón Bacchiani

Quién Soy

Nací en Argentina,  nieto de italianos, españoles, franceses y galeses. Así que te puedes imaginar el “cocktail” de temperamentos que llevo dentro. Me crié a 500 km al Sur de Buenos Aires. Yo digo siempre “en el campo”, andando a caballo, criando vacas, cosechando trigo y plantando la huerta. Me encantaba treparme a los árboles a buscar nidos de palomas, ver los atardeceres con mis perros y tomarme unos mates tranquilo. Amo la naturaleza.

A mis 18 decidí estudiar en Buenos Aires Administración de empresas en la Universidad Católica Argentina, donde me recibí.
Soy un emprendedor por naturaleza. Me gustan los desafíos y las cosas no convencionales. Manejaba al mismo tiempo 3 negocios que yo mismo había creado.  Desde ser un proveedor de Internet, tener un lavadero de autos hasta una franquicia de seguros de automóviles. Al cumplir 30 años me di cuenta de que estaba siguiendo una zanahoria: el éxito, quería  ser “el millonario empresario exitoso”. Ahí tuve mi primer agotamiento mental (surmenage) y me dí cuenta que la vida no era solo luchar y trabajar. Entonces decidí tomar una determinación que, sin saberlo, marcaría el comienzo de un cambio radical: vendí todos mis bienes materiales y me fuí del país. 

El amor me llevó a Berlín, sin saber una sola palabra de alemán. Esta hermosa capital cosmopolita me regaló la posibilidad de poder hacer las cosas que siempre tuve ganas y no me animaba a hacer en Argentina: el baile y la actuación.

Viví en Berlín varios años dándole alas al artista que habita en mí: haciendo shows de tango, de salsa, y  actuando en películas. Estaba fascinado. Lograba todo lo que quería. Me sentía Superman! Vine de la patagonia Argentina a bailar tango en la Filarmónica de Berlín y a actuar en la televisión alemana!

Tenía la oportunidad de hacer lo que realmente quería, pero dentro mío seguía un vacío. Ahí descubrí que estaba siguiendo mi segunda zanahoria: la fama.

Jaque Mate

La vida me puso en un contexto que suelo llamar mi Jaque Mate, demostrándome lo imposible de seguir controlando las situaciones según mi voluntad. Los sentimientos me desbordaron y me llevaron a un estado de caos e impotencia. Me sentía frustrado y no podía escaparme como lo había hecho anteriormente. 

Es como que la vida me dijo: a ver Supermán ¿qué haces ahora? 

La frustración y la nueva solución era comenzar a analizar lo que sentía, iniciando un camino doloroso y honesto de integración emocional. Me di cuenta que las cosas sucedían a mi alrededor y yo no era “culpable” por mis emociones, no dependían de lo que sucedía sino de cómo yo veía las cosas. 

Empecé a darle espacio dentro mío a cada emoción, a sentir el dolor de forma consciente, sin juzgar hacia afuera y sin juzgarme. Hasta ese momento creía que debía sacar toda la energía negativa que me habitaba, pero logré entender que todo lo que quería sacar, en realidad necesitaba entrar y ser sentido de forma consciente. Tenía que dar el espacio para que se manifieste en mi cuerpo físico.

Las mismas emociones que antes me agobiaban, me deprimían y me mantenían en un eterno estado de víctima, al integrarlas, se transformaron de forma consciente en eternidad y claridad mental. Empecé a hacerme responsable de lo que sentía sin culpar al resto.

El camino no fue fácil. Fue lento y doloroso. Tuve que aceptarme y  ser humilde conmigo mismo. A medida que dejaba que las emociones tomen un espacio cada vez más grande en mi cuerpo, reconocía los beneficios, el crecimiento y el balance dentro de mí. 

Mis primeros pasos

Prana. Mi evolución interior

Luego de 9 años de proceso, comencé a sentirme mentalmente más claro y comencé a identificar mis emociones, sintiéndolas más centradas. Estaba más conectado con mi cuerpo y atento a sus cambios. 

En el año 2013 recibí una señal: necesitaba cambiar mi forma de alimentación. Empecé a investigar e implementar distintos tipos de ayuno y diferentes formas de incorporar energía bajando el consumo de sólidos, hasta que llegué a la alimentación pránica: una dieta a base de líquidos. Desde el momento en que la implemente en mi vida, experimenté los límites que puede traspasar el cuerpo desde un cambio de alimentación y un nuevo estado de consciencia. 

Dicha transformación generó en mi cuerpo físico un cambio sustancial, que me llevó, a mis 40 años, a realizar actividad física de manera profesional como nunca antes. Participé en pruebas olímpicas en Berlín, realicé dos triatlones, tres mega maratones, e incursioné en el arte acrobático. En todas las pruebas obtuve medallas de oro, y a los 47 años lograba marcas acordes a personas de 25. Integrar mis emociones y la toma de conciencia de las mismas, había transformado hasta mi aspecto físico.

El desconocimiento de mi lenguaje emocional, la mala alimentación y mis creencias limitantes habían puesto un techo al desarrollo de mis cualidades. Pude liberar mi potencial atravesando un simple pero profundo proceso de integración emocional, logrando sentir en mi cuerpo más espacio interior, claridad mental y llevar una vida transparente, con mis emociones como aliadas para manifestar mi verdadero ser. 

Los 7 pasos de la Tecnología del Sentir

Al ver mis cambios físicos y emocionales, las personas que me rodeaban insistían en que no era “normal” y que debía compartir mi experiencia. 

Comencé a dar cursos, talleres y retiros. Inicié en Italia y en Francia y la comunidad fue creciendo cada vez más a pedido de los sintientes. 

Los 7 pasos son el resultado de mi experiencia de 9 años de ensayo a prueba y error, hasta lograr el cambio. La Tecnología del Sentir es una herramienta que te ayudará a integrar tus emociones de forma consciente.

Decidimos trabajar con lo que sentimos porque queremos ser vistos, escuchados, aceptados. La técnica de los 7 pasos nos permite localizar dónde se sienten esos sentimientos en forma consciente. La Tecnología del Sentir es integrar las emociones, salir del lugar de víctima y hacerse cargo de cómo nos sentimos. Dejar atrás las máscaras y reconocerse. Durante todos estos años aprendí que a las emociones no hay que enfrentarlas, sino abrazarlas, aceptarlas y hacerlas conscientes para ser la mejor versión de uno mismo.